Exguerrilleros, exconvictos y dictadores, el nuevo liderazgo de América Latina
*Por Arturo McFields Yescas
Por primera vez en la historia, la izquierda controla más del 85% de los gobiernos del hemisferio y las 5 economías más fuertes de América Latina.
El pasado domingo 30 de octubre Luiz Inácio Lula da Silva ganó por tercera ocasión la presidencia de Brasil con 50.9% de votos, imponiéndose por estrecho margen sobre el ultraderechista Jair Bolsonaro, quien obtuvo un 49.1% de los resultados de la jornada.
La victoria de Lula para Brasil puede significar muchas cosas: una burla a la justicia, una historia de redención, esperanza para el pueblo, retroceso democrático, una oportunidad para la unidad o mayor división y odio de clases. Cualquiera de las arriba mencionadas puede ser posible. Pese a esto, me gustaría poner el foco en lo que significa el cambio presidencial en Brasil para América Latina.
La pieza faltante del rompecabezas
El líder del Partido de los Trabajadores (PT) vino a cerrar el círculo de la izquierda, convirtiéndose en la pieza faltante en el rompecabezas geopolítico de América Latina y el Caribe. Por primera vez en la historia, la izquierda controla más del 85% de los gobiernos del hemisferio y las 5 principales economías de América Latina.
La escuela ideológica de Lula
Lula, de 77 años, es de la vieja escuela izquierdista que creció leyendo a Eduardo Galeano e idealizando a la Cuba de Fidel Castro. En 1990 Fidel convenció a Lula de crear el Foro de Sao Paulo, una herramienta política e ideológica con amplia presencia en todas las Américas, incluso en Estados Unidos.
Una de las premisas establecidas por el Foro es: “Avanzar con propuestas de unidad de acción consensuadas en la lucha antiimperialista y popular”. Es por ello que, aunque Lula llegó al poder democráticamente, sus lealtades y principios están enraizados en la dictadura cubana, con más de 60 años oprimiendo a la patria de José Martí.
Cambios en el BID y la OEA
La llegada de una marea roja a las Jefaturas de Estado de las Américas también incidirá en la elección del nuevo presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y los casi inminentes cambios en la Secretaria General de la Organización de Estados Americanos (OEA) que por años ha estado en la mira de México y Argentina, que finalmente cuentan con la aplanadora política para cristalizar sus ambiciones más oscuras.
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La reconfiguración del mapa político de la izquierda impactará temas macroeconómicos, el combate a la pobreza, la política, la democracia y los derechos humanos. Todos estos sectores y quizás otros más, estarán bajo la mirada selectiva de una izquierda que favorece y defiende a las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
El peso económico de Brasil
Si bien es cierto que México y Argentina son grandes países con un alto peso político y económico, Brasil sigue siendo el gigante latinoamericano. El país de 215 millones de habitantes es uno de los 10 principales productores de gas y petróleo del mundo y sigue siendo el tercer productor de alimentos a nivel global. Las exportaciones e inversiones de Brasil tienen un peso significativo en América y su alineamiento con otras izquierdas de la región puede marcar un cambio de dirección en las prioridades hemisféricas.
Defensor de dictadores de ayer y hoy
América Latina y el Caribe entran a una etapa en la que los nuevos liderazgos carecen de buenas credenciales políticas y tienen errático récord en temas macroeconómicas. El nuevo roster de jefes de estado de las Américas incluye exguerrilleros, exconvictos y dictadores consumados. Con sus diferencias y matices existe una estrategia clara de fortalecer la integración sin importar la integridad, particularmente cuando se trata de las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
En noviembre de 2021, Lula dijo: “¿Por qué Angela Merkel puede estar 16 años en el poder y Ortega no?”. En agosto de este año Lula se refirió a la oposición venezolana y Juan Guaidó diciendo: “Europa y Estados Unidos no deberían haber reconocido a un farsante que se autoproclamó presidente… debería estar preso”. En julio de 2021, Lula elogió a la dictadura cubana y aseguró que “Si Cuba no tuviera bloqueo sería como Holanda”.
Pese a estas aseveraciones, quiero creer que Lula ha visto lo que la falta de democracia puede causar, especialmente en países como Venezuela. Espero que al final de esta trilogía de mandatos Brasil y América Latina logren más democracia, prosperidad y un irrestricto respeto por los derechos humanos. Ojalá.
*El autor fue Miembro del Cuerpo de Paz de Noruega (FK) y Embajador de Nicaragua ante la OEA