La transición hacia una economía sostenible de bajas emisiones y alto impacto social es un desafío global, pero América Latina cuenta con una oportunidad única para liderar este cambio. Con la implementación de regulaciones cada vez más robustas en los mercados de carbono, la región tiene el potencial de aprovechar un mecanismo de financiamiento innovador que no genera deuda y que puede impulsar la transición hacia modelos económicos más sostenibles.
Un ejemplo destacado es la implementación de la tasa al carbono en Chile, que ha demostrado cómo las políticas públicas pueden fomentar la creación de proyectos que no solo reducen emisiones, sino que también generan créditos de carbono con valor económico tangible. Estos créditos se han convertido en una fuente de financiamiento directo para iniciativas que abarcan desde la transición energética hasta la gestión de residuos y la conservación de ecosistemas.
En Colombia, antes de las recientes reformas administrativas, el mercado del carbono regulado ya había mostrado resultados significativos. Los ingresos provenientes de los créditos de carbono permitieron inversiones tecnológicas que mejoraron la eficiencia energética, gestionaron los residuos de manera más sostenible así como conservando y restaurando áreas clave para la biodiversidad. Estas acciones no solo abordaron la crisis climática, sino que también generaron empleo, impulsaron la innovación y contribuyeron al bienestar de las comunidades locales.
El caso subnacional: Querétaro, México
Un ejemplo pionero dentro de un marco subnacional es el estado de Querétaro, México, donde la implementación de una tasa al carbono ha permitido avances importantes en el financiamiento de proyectos de sostenibilidad. Querétaro adoptó un enfoque innovador al desarrollar una regulación local que promueve la reducción de emisiones a través de incentivos económicos.
Esta tasa al carbono ha permitido a empresas y proyectos locales participar en el mercado de créditos de carbono, generando recursos para financiar iniciativas tecnológicas y ambientales. Entre los resultados más destacados se encuentran proyectos de conservación de ecosistemas, energías renovables y eficiencia energética, que han tenido impactos positivos tanto en el medio ambiente como en la calidad de vida de las comunidades. Este modelo subnacional demuestra cómo los estados o regiones pueden liderar acciones climáticas efectivas, incluso en ausencia de un marco nacional uniforme.
Una COP sudamericana: el momento de actuar
El 2025 marca un año crucial, ya que por primera vez desde la COP16 en México, una Conferencia de las Partes (COP) se celebrará nuevamente en América Latina, esta vez en Belém, Brasil. Esta COP representa una oportunidad histórica para que la región demuestre cómo puede integrar los mercados de carbono en sus estrategias económicas diarias y convertirlos en herramientas esenciales para el desarrollo sostenible.
Los mercados de carbono no son únicamente un mecanismo de financiamiento. Representan una solución que permite internalizar los costos ambientales en las decisiones económicas, haciendo que las empresas y gobiernos inviertan en tecnologías más limpias, reduzcan sus emisiones y contribuyan a la restauración de ecosistemas. Además, al promover el comercio de créditos de carbono entre países y sectores, estos mercados pueden cerrar brechas de financiamiento para los países del sur global, especialmente aquellos que enfrentan restricciones económicas y sociales.
Un llamado al sector privado
El sector privado desempeña un papel crucial en esta transición. Las empresas tienen la oportunidad de integrar los mercados de carbono en sus estrategias de sostenibilidad, utilizando créditos de carbono no solo para cumplir con regulaciones, sino también para demostrar liderazgo en responsabilidad ambiental y social. Invertir en proyectos locales de reducción de emisiones puede ser una manera efectiva de crear valor compartido, beneficiar a las comunidades locales y fortalecer la resiliencia económica.
América Latina debe posicionarse como un referente en la implementación de estos mecanismos, no solo como una herramienta climática, sino como una estrategia integral de desarrollo. Los ejemplos de Chile, Colombia y Querétaro nos muestran que los mercados de carbono regulados son viables y efectivos, y la COP en Belém será el escenario perfecto para consolidar esta visión.
En este contexto, la región tiene la oportunidad de integrar el financiamiento climático en el día a día del sector privado, permitiendo que este juegue un rol clave en la construcción de un futuro sostenible. América Latina puede ser no solo el pulmón verde del mundo, sino también un líder en soluciones climáticas que generen bienestar económico, social y ambiental.
Esta es la década decisiva. El momento de actuar es ahora.