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El supersónico silencioso de la NASA realizará prueba clave en su objetivo de revolucionar la aviación comercial con viajes a 1.700 kilómetros por hora

Edificio de la Nasa en Nueva Orleans. (AFP)
Edificio de la Nasa en Nueva Orleans. (AFP)
Cuando un avión vuela a velocidades supersónicas genera ondas de choque que viajan a través del aire circundante, produciendo fuertes estampidos sónicos.

La NASA informó mediante una nota de prensa en su página web que pronto pondrá a prueba los avances realizados en una herramienta clave para medir los singulares ‘golpes sónicos’ que su avión supersónico silencioso de investigación X-59 producirá durante el vuelo.

Al prueba se realizaría con una sonda de datos de aire en forma cónica desarrollada con características específicas para capturar las singulares ondas de choque que producirá el X-59.

Investigadores del Centro de Investigación de Vuelo Armstrong de la NASA en Edwards, California, desarrollaron dos versiones de la sonda para recopilar datos precisos de presión durante el vuelo supersónico.

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Una de las sondas está optimizada para mediciones de campo cercano lo que captura las ondas de choque que se producen muy cerca de donde las generará el X-59.

La segunda sonda de detección de impactos medirá el centro del campo y recopilará datos a altitudes de entre 5.000 y 20.000 pies por debajo del avión.

Cuando un avión vuela a velocidades supersónicas genera ondas de choque que viajan a través del aire circundante, produciendo fuertes estampidos sónicos.

El X-59 está diseñado para desviar esas ondas de choque, reduciendo los fuertes estampidos sónicos a golpes sónicos más silenciosos. Con este prototipo la agencia, cabe resaltar, apunta a revolucionar la aviación comercial pues se logran velocidades de 1.700 kilómetros por hora.

Durante los vuelos de prueba, un avión F-15B con una sonda de detección de impactos acoplada a su morro volará con el X-59.

La sonda, de aproximadamente 1,80 metros (6 pies), recolectará continuamente miles de muestras de presión por segundo, captando los cambios de presión del aire mientras vuela a través de ondas de choque.

Los datos de los sensores serán vitales para validar los modelos informáticos que predicen la fuerza de las ondas de choque producidas por el X-59, la pieza central de la misión Quesst de la NASA.

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“Una sonda de detección de impactos actúa como fuente de la verdad, comparando los datos previstos con las mediciones del mundo real”, dijo Mike Frederick, investigador principal de la NASA para la sonda.

Para la sonda de campo cercano, el F-15B volará cerca del X-59 a su altitud de crucero de aproximadamente 18.000 metros (55.000 pies), utilizando una configuración de “seguir al líder” que permitirá a los investigadores analizar ondas de choque en tiempo real.

La sonda de campo medio, destinada para misiones separadas, recopilará datos más útiles a medida que las ondas de choque viajen más cerca al suelo.

La capacidad de las sondas para captar pequeños cambios de presión es especialmente importante para el X-59, ya que se espera que sus ondas de choque sean mucho más débiles que las de la mayoría de los aviones supersónicos.

Al comparar los datos de las sondas con las predicciones de modelos de computadora avanzados, los investigadores pueden evaluar con mayor precisión.

“Las sondas tienen cinco puertos de presión, uno en la punta y cuatro alrededor del cono”, explica Frederick. “Estos puertos miden los cambios de presión estática a medida que el avión vuela a través de las ondas de choque, lo que nos ayuda a comprender las características de choque de un avión en particular”.

Estos puertos combinan sus mediciones para calcular la presión local, la velocidad y la dirección del flujo de aire.


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