Por: Arturo McFields Yescas
La dictadura de Nicaragua ha entrado en una nueva faceta. No conforme con encarcelar sacerdotes y al Obispo Rolando Álvarez, ahora van tras el Cardenal Leopoldo Brenes por supuesto lavado de activos.
El régimen ha ordenado a la Policía, la Fiscalía, la Unidad de Análisis Financiero, la Superintendencia de Bancos y el Poder Judicial arremeter contra la iglesia. Una operación de exterminio total.
Tercia de poder. La tiranía sandinista quiere demostrar al Vaticano que en Nicaragua se hace la voluntad de DOS (Daniel Ortega Saavedra). Como en China, buscan imponer Obispos a su voluntad. Crear una nueva iglesia. La iglesia paraestatal.
La dictadura va tras la banca privada. En la nota de prensa de la Policía Nacional sobre el supuesto lavado de activos, Ortega dejó claro que la banca privada colaboró con la iglesia. Un delito que pretende cobrarse y cobrarse caro.
En los años ochenta los sandinistas controlaban los cinco bancos del Sistema Financiero Nacional. Era una banca débil, inestable y corrupta, totalmente sometida al partido. La historia se repite.
Régimen de Nicaragua va tras gran capital. Durante más de 10 años Ortega estableció una alianza de rango Constitucional con los empresarios. Ya no más. Los voceros de la dictadura anunciaron que van por las familias más ricas de Nicaragua y por sus bienes. Su delito fue haber apoyado las protestas cívicas de abril de 2018.
El fin de la empresa privada. Hace unos meses Ortega guillotinó jurídicamente al COSEP, la organización empresarial más grande y antigua de Nicaragua. Ahora busca confiscar y estatizar a los empresarios. Ya lo ha hechos con más de 3mil oenegés.
Vamos con todo. En 2018 el dictador sofocó las protestas cívicas a sangre y fuego, con un saldo de 355 asesinatos. Cinco años después se ejecuta la misma operación con diferente modalidad, aplastando a la iglesia, eliminando la empresa privada y asaltando la banca.
El tirano esta desprestigiado, aislado y señalado de crímenes de lesa humanidad por un Grupo de Expertos de Naciones Unidas. En este escenario, la nueva jornada represiva lejos de parecer una estrategia parece un error, un salto al abismo.
La rebelión interna. Ortega está atentando contra sus propios socios, los leales que se han enriquecido a la sombra del poder. Sus acciones son una amenaza al status quo y a sus propios intereses. Allí está el germen del descontento y de una rebelión en la granja que podría poner fin a 16 años de dictadura. Ojalá y ese día llegue pronto.
*El autor es periodista exiliado, exembajador ante la OEA y exmiembro del Cuerpo de Paz de Noruega (FK).