"Hay muchos que estamos perdidos y no lo sabemos": el profundo cambio de la Miss Universo venezolana que venció a Taliana Vargas en 2008
En el año 2008, Dayana Mendoza se convirtió en la quinta Miss Universo en la historia de Venezuela. Lo hizo tras vencer a la colombiana Taliana Vargas, quien se coronó como virreina universal de la belleza.
Mendoza tenía 22 años cuando recibió este título internacional y una belleza impactante, que le permitió ingresar al modelaje desde muy temprana edad, cuando apenas era una adolescente.
En una entrevista con Viviana Gibelli TV, Dayana reconoció que ser modelo no era de su interés, pero que aceptó ser una figura pública porque necesitaba realizar sus estudios.
“Necesitaba trabajar para poder pagar mis estudios porque mis padres no los podían costear. Entonces a los 14 años tuve mi primer empleo como modelo y a los 15 años me fui a trabajar internacionalmente”, contó.
De esta manera, la venezolana vivió por varios años en diferentes países, entre ellos Italia, donde planeaba iniciar los estudios para los cuales había accedido a trabajar en el modelaje. Sin embargo, en ese momento, llegó la propuesta de participar en Miss Venezuela.
“Yo no quería participar. Sentí que tenía que ser algo que yo no era para poder valer y nunca me he identificado con este tipo de filosofías”, dijo. Además, reveló que tras ganar la corona nacional también pensó en no participar en Miss Universo, aunque finalmente accedió, logrando la corona en 2008.
Así, con una carrera envidiable en el mundo de la belleza y después de entregar la corona a su compatriota Stefanía Fernández, quien también ganó Miss Universo en el año 2009, finalmente llegó el momento de Dayana de ingresar a la universidad.
Estudió cine, pero en los próximos años llegó en otro campo el cambio más profundo de su vida, un viraje de 180 grados que la convirtió en la mujer que es hoy en día.
“Hay muchos que estamos perdidos y no lo sabemos. Y yo siempre estuve buscando más, yo quería saber más. Estuve metida en estas cosas del ‘new age’ por un tiempo. Y me di cuenta de que esto no tenía ni pies ni cabeza, no tenía base, no se sostenía en nada, no era eterno, era pura mentira”, aseguró en su diálogo con Gibelli.
Después de esto y tras una serie de hechos que pasaron en su vida personal, Dayana decidió asistir de nuevo a una iglesia cristiana por invitación de una amiga.
“Me voy a la iglesia cristiana y cuando llego el pastor está respondiendo todas las preguntas, todo lo que yo tenía en una lista empezó a responderlo. Y yo dije: ‘este señor sabe mucho’. Y quería más”, contó.
“Para mí ya no era suficiente ir todos los domingos. Yo quería un estudio bíblico, yo quería ir a las alabanzas. Y empecé a participar en más cosas durante la semana. Y fui creciendo espiritualmente”, agregó.
Fue así como Dayana Mendoza dejó las pasarelas para convertirse en una comprometida predicadora cristiana, que aprovecha su popularidad en redes sociales, donde suma millones de seguidores, para llevar mensajes de espiritualidad a las personas.
“Quiero hacer este video para las jóvenes y los jóvenes también. Estoy viendo cómo hombres y mujeres estamos analizando la belleza y el valor de las personas según su apariencia o lo que tienen en sus vidas: su educación, su crecimiento personal, lo que han logrado. Pero Dios les está diciendo: ‘yo estoy viendo sus corazones’”, dice Dayana en uno de sus videos.
Y en otro comenta: “Veo cómo a muchas personas les está pasando lo mismo que me pasó a mí. Están acudiendo a las mismas cosas que acudí yo. Estas cosas me trajeron ansiedad, incertidumbre, preocupación, miedo, desesperación (…) Todo aquello que esté hablando de energía, de sanar con energía, misticismo, adivinación, todo eso es oculto (…) Si usted es hijo de Dios, usted no necesita esa protección”.
Así es la nueva vida de la venezolana Dayana Mendoza. Una mujer que triunfó en las pasarelas y los más importantes certámenes de belleza del mundo, pero que hoy ha encontrado su propósito de vida en transmitir este tipo de mensajes. Algo que sus seguidores también le aplauden y agradecen.