El poderoso fenómeno natural que podría ocasionar un apagón eléctrico y de comunicaciones peor que el ocurrido en España y Portugal

El apagón masivo de electricidad registrado el lunes 28 de abril en la península ibérica afectó a decenas de millones de hogares y empresas en España, Portugal y el sur de Francia, provocando el caos durante largas horas.
En las grandes ciudades se formaron embotellamientos vehiculares, ya que los semáforos dejaron de funcionar. El corte también detuvo las redes de metro y el tráfico ferroviario, obligando a miles de personas a caminar por las calles de regreso a sus casas.
El tráfico aéreo también se vio perturbado, aunque de forma más limitada, ya que los aeropuertos disponen, al igual que los hospitales, de generadores de emergencia.
Pero el apagón no solo dejó a los habitantes sin electricidad, también los despojó de internet y de la red de telefonía móvil. El desconcierto fue total y también el nivel de impotencia para millones de personas que no sabían lo que pasaba.
De hecho, aún no son claras las razones por las cuales casi 70 millones de personas quedaron sin electricidad durante casi un día, por lo que el Gobierno español anunció este martes la creación de una comisión para investigar las circunstancias del apagón.
En medio de la incertidumbre, el lunes empezaron a circular en redes sociales diferentes teorías sobre el supuesto origen del corte, entre ellas la de una tormenta solar que supuestamente provocó el colapso del sistema eléctrico en la región.
Aunque conspirativa en este caso, resulta que este tipo de fenómenos naturales sí tiene el poder suficiente para generar consecuencias similares y aún peores en la Tierra, con efectos para el diario vivir humano que quedaron en evidencia este lunes en España y Portugal.
De acuerdo con la NASA, la superficie del Sol registra permanentemente manchas solares, áreas que están más frías que otras partes del astro debido a fuertes campos magnéticos que evitan que el calor llegue a la superficie.
Algunas veces, dichos campos magnéticos se reacomodan y provocan fuertes expulsiones de material solar y energía, radiación que viaja a grandes velocidades por el espacio, algunas veces en dirección a la Tierra.
Si su intensidad es lo suficientemente fuerte podrían generar efectos sobre la Tierra, como afectaciones en las comunicaciones, las redes eléctricas, las naves espaciales, la navegación por satélite y otras tecnologías que usamos a diario.
En mayo de 2024, por ejemplo, se registró una potente erupción solar que provocó una tormenta geomagnética G5, la máxima en la escala, la cual originó auroras en latitudes cercanas al Ecuador, en lugares donde no son comunes estos fenómenos. Pero podría ser mucho más fuerte.
En 1859, ocurrió un fenómeno conocido como el evento Carrington, la tormenta solar más poderosa registrada hasta ahora. El fenómeno causó incendios en estaciones de telégrafos y fallos masivos en las comunicaciones de la época.
Además, una aurora boreal excepcional fue visible en Cuba. Exactamente el 1 de septiembre de 1859, el astrónomo británico Robert Carrington observó una intensa llamarada solar que liberó grandes cantidades de energía hacia la Tierra.
La NASA explica que si un evento similar al de Carrington ocurriera en la actualidad, los efectos serían catastróficos. Se preverían apagones masivos, interrupciones globales en las comunicaciones y la afectación de la economía mundial. La reducción de la capa de ozono en un 5% sería uno de los impactos inmediatos, seguido de varios años de recuperación ambiental.
Aunque las súper tormentas solares de esta magnitud son raras, la amenaza es real y subraya la vulnerabilidad de nuestra tecnología y economía frente a los fenómenos espaciales. Por esta razón, las autoridades y los organismos científicos monitorean el Sol todo el tiempo para advertir con antelación posibles riesgos.