Todas las discusiones de la COP28 tendrán como punto de partida los resultados del Sexto Informe de Evaluación sobre el cambio climático publicado en marzo de 2023 por el IPCC, donde aseguran que, a pesar de los esfuerzos, la Tierra está en camino de sufrir un calentamiento de más de 3 °C este siglo, muy por encima del objetivo de 1,5 °C.
Se está cerrando la ventana de oportunidad, el momento de actuar es ahora y la COP 28 tiene que ser, más que nunca, el escenario donde los gobiernos y las empresas se comprometan a cumplir las promesas que han hecho en las últimas dos décadas y que todavía están muy lejos de alcanzar.
Ante el panorama sombrío y la urgencia de actuar, los mercados de carbono son aún la respuesta más efectiva y práctica para comenzar a cumplir dichas promesas.
Los mercados de carbono todavía no son mecanismos perfectos, pero funcionan y tienen un impacto directo en las comunidades y el medio ambiente. Todavía hay mucho que mejorar y se continua por un camino para ser más transparentes y equitativos.
Por ejemplo, el mercado voluntario de carbono –MVC- se ha construido de manera consensuada, buscando las mejores prácticas e innovando en soluciones que permitan el cumplimiento de las metas de reducción de emisiones establecidas en el Acuerdo de Paris.
Asimismo, las compañías que entran al mercado de carbono tienden a seguir su camino de reducción de emisiones más rápidamente.
“Dado que el mercado opera a escala global, es difícil que un solo gobierno o entidad lo regule de manera efectiva” asegura IETA.
Así, el MVC es un mercado autorregulado y descentralizado donde los compradores y vendedores de créditos de carbono negocian de manera bilateral a través de varias plataformas transaccionales, y donde los participantes se adhieren a los estándares y directrices desarrolladas por organizaciones independientes, de manera voluntaria.
A través de dichos estándares y directrices, se busca garantizar que el mercado opere de forma transparente y creíble, es decir con calidad.
Sin embargo, cada vez nacen más estándares y metodologías, y se diversifican los tipos de proyectos, “señal de que un mercado sano, creciente, innovador y competitivo” asegura IETA. Pero al mismo tiempo, agrega IETA, “surgen diferentes puntos de vista sobre qué es calidad”, situación que le quita credibilidad al mercado y se presta para malas interpretaciones y malas prácticas por parte de algunos actores, perjudicando a todo el mercado.
La forma de darle al mercado la credibilidad y transparencia que necesita es logrando que haya una “definición alineada” sobre los criterios de calidad y equidad de los créditos de carbono, pues la falta de esa definición ha generado incertidumbre en el mercado y desequilibrios en la formulación del precio de los créditos, haciendo que los productores de los créditos, que en muchos casos son países del Sur Global, no logren un beneficio económico y social real con la venta de créditos de carbono.
En busca de esa definición alineada, en octubre de 2021, durante la Cumbre del Clima de Latinoamérica y el Caribe, 15 países y Conservación Internacional firmaron una “Declaración de equidad en los mercados de carbono”.
En dicha declaración, los países firmantes reconocen la importancia de los mercados nacionales, regionales e internacionales del carbono como instrumentos eficaces para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a un menor costo, innovación, facilitar la transferencia de tecnologías limpias, promover el desarrollo sostenible e impactar positivamente en los territorios.
También se comprometen a promover sistemas justos de fijación de precios del carbono como herramienta para reducir las emisiones de GEI de manera rentable y equitativa para todos los países y sectores involucrados.
Lograr una fijación de precios justos en el mercado de carbono implica que “se compartan equitativamente los ingresos entre los países que reducen, las comunidades y los desarrolladores de proyectos de reducción de emisiones en los países en desarrollo”.
Igualmente implica que se fortalezcan los sistemas de medición, reporte y verificación (MRV) de las emisiones de gases de efecto invernadero y de la reducción de las emisiones, en consonancia con las disposiciones nacionales del MRV y de la CMNUCC, como base necesaria para la coordinación de los mercados de carbono.
Lo que esperamos que pase en la COP28 es que estas y otras ideas de todos los actores involucrados en frenar el calentamiento global lleguemos a verdaderos acuerdos que, entre otras cosas, destraben los mercados de carbono, generen certidumbre para fomentar de las inversiones, y se logre una mayor liquidez del mercado y promover y se fortalezca la competitividad, garantizando un mercado de calidad.