Navegar la aplicación CBP One: otra odisea a la que muchos migrantes renuncian
Roland, Yuri, Sofía y Oliver conforman una familia de Honduras que esperó tres meses en México para conseguir una cita a través de la aplicación CPB One y comenzar un proceso de petición de asilo en los Estados Unidos.
Todos los días, a las 10 de la mañana, lo intentaron, hasta que por fin lo consiguieron. “En ese momento uno no halla qué hacer. Llora, luego alegría. Solo con decirlo me da escalofríos, porque es un momento que uno ha esperado”.
Junto a otros migrantes, esta familia cruzó por el puente de Piedras Negras, México, a Eagle Pass, Texas, en los Estados Unidos.
Las autoridades los entrevistaron y les proveyeron la información para una audiencia judicial en la que se determinará su petición de asilo.
Mientras esperan su día en la corte, que puede ser una espera de años, permanecen de manera legal en el país. Pero la historia de esta familia contrasta con la de muchos otros migrantes.
En la ciudad mexicana de Matamoros, a las orillas del peligroso Río Bravo, que hace frontera con Estados Unidos, cientos de migrantes esperan en campamentos informales para poder entrar a suelo americano.
Tras múltiples intentos fallidos de sacar una cita a través de la aplicación CBP One, muchos se sienten derrotados.
“Intentando y nos rechazan, nos rechazan, nos rechazan y nada. Nada. Por eso decidimos, tomamos la decisión de cruzar el río así. Porque por la aplicación no, todo el tiempo nos echa pa’ atrás”.
En balsas caseras, colchones inflables o nadando, los migrantes apuestan por llegar a Estados Unidos de manera irregular.
Conocen bien los riesgos. Pero siguen adelante, agarrados de la esperanza de una mejor vida y de una fe inquebrantable.