Por: Beatrice E Rangel
El mapa de Colombia cambió de colores y temperatura política el domingo 29 de Octubre. En los comicios para elegir alcaldes y gobernadores se impusieron las fórmulas centristas en oposición a los extremos que encarna el presidente Gustavo Petro.
La mayoría de los analistas considera este resultado como una suerte de plebiscito sobre la gestión del presidente Petro.
Y, desde luego, el veredicto es profundamente negativo para el gobierno de Colombia. Pero esto solo refleja la punta de un Iceberg inmenso que no solo afecta a Colombia sino a toda América Latina.
Porque cuando se afina la lente y se estudia cada una de la candidaturas victoriosas uno descubre un factor de conexión entre ellas. A pesar de ser un grupo super diverso en términos étnicos; de educación, de formación y de ubicación geográfica todos los elegidos tienen en común que han trabajado para una causa comunitaria y de esa semilla ha germinado el arbusto del éxito político.
Esto indica que se esta profundizando la democracia en Colombia ya que los elegidos no son fichas impuestas por las jerarquías de los partidos políticos sino son miembros de comunidades elegidos por cada una de ellas. Claramente se ve que se inicia el proceso de colocar el epicentro de la política en el corazón de la democracia que es la libertad de cada comunidad para definir su asociación política y elegir a sus líderes. Por fin comienza entonces el largo proceso de corregir el defecto fundacional de América Latina.
La región como se sabe fue ingresada en el eje cultural occidental por dos potencias medievales: España y Portugal. Ambas establecieron en América el orden institucional de Medievo que se distingue por el control de un grupo reducido de personas poderosas sobre el colectivo mediante la intervención de la economía y la política.
Así América Latina nació con la pirámide de poder invertida. En lugar de ser la comunidades quienes escogieron su liderazgo, los liderazgos vieron impuestos por las elites. Es por ello por lo que en toda la región el aparato estatal central consume todos los recurso fiscales y rentistas mientras los municipios que son la primera trinchera de relación entre la autoridad y la colectividad subsisten con las migajas que el estado central tiene a bien dispensarles. En Estados Unidos por el contrario, las municipalidades son dueñas de sus recursos, independientes de las autoridades provinciales y estatales y vivero de generación constante de nuevos liderazgos políticos y sociales.
En Colombia el giro del soberano a favor del traslado del eje del poder hacia las comunidades fue evidente en estas elecciones y la buena noticia es que no se trata de un proceso único y solitario.
En la vecina Venezuela su heroica sociedad civil viene haciendo lo propio desde hace un decenio. Lo que ocurre es que el cambio en Venezuela no fue observado por captar la naturaleza bárbara del régimen totalitario que se hizo con el poder a partir del 20112 la atención del mundo entero.
Pero en el 2015 la Asamblea surgida del voto popular provino de la selección libre de las comunidades que escogieron como sus representantes personas que habían laborado en su seno. Y ahora en el 2023 el pueblo de Venezuela de manera libre y realmente penosa en términos de los obstáculos puestos por el régimen decidió participar en un proceso de elecciones primarias y seleccionar como su representante ante el régimen a Maria Corina Machado. La Sra Machado es hija de la sociedad civil a la que ha acompañado en el calvario que se ha llevado a sus hijos a tierras remotas, celdas y tumbas.
En síntesis, el rugido del soberano colombiano promete convertirse en un estentóreo canto a la libertad de dimensiones continentales en el próximo decenio.
