En 1990 Ortega perdió el poder. Fue sepultado por una avalancha de votos. Pese a esto, el sandinismo logró infiltrar y corromper por 17 años las protestas universitarias. En 2018 esto cambio. Una nueva generación de jóvenes dijo basta.
Los estudiantes de abril no abrazaban la consigna de patria y muerte. Eran jóvenes que habían crecido en democracia, con internet y libertades cívicas que no estaban dispuestas a sacrificar en el altar de un tirano de la tercera edad.
La venganza de Ortega. Hace 5 años Ortega dijo vamos con todo. Así lo hizo. El régimen ha asfixiado a la empresa privada, la libertad religiosa, la prensa libre y las universidades independientes. La Universidad Centroamericana (UCA) fue la número 27 en este inventario de infamia y de robo.
Martin Luther King y San Ignacio de Loyola. Los estudiantes de la Universidad Politécnica (UPOLI), inspirada en el evangélico doctor King y la UCA, de raíces jesuitas, alumbraron un nuevo tipo de protestas en Nicaragua. Sin armas y sin violencia.
Las universidades católicas y evangélicas formaron una nueva generación de estudiantes. Con talento y talante. Con respeto a la vida y a la cultura de paz. Un semillero de esperanza para la nueva Nicaragua. Esa que tanto le molesta al tirano.
El hurto y la violencia. Ortega consumó su asalto a la UCA, rebautizando lo robado con el nombre de Casimiro Sotelo. Un estudiante que luchó contra la dictadura de Somoza, usando armas y violencia. Sotelo fue expulsado de la UCA y Ortega desertó con él.
Cultura de paz, versus cultura de muerte. Sotelo no es un héroe estudiantil es un héroe sandinista. Eso hay que dejarlo claro. Lejos de los valores ignacianos de amar y servir, su consigna siempre fue patria o muerte. Rojo y negro.
Un asalto a la ciencia y la conciencia. Con la UCA se han robado también el primer laboratorio de biología molecular, la radio universitaria, una casa editorial, un museo de historia, centros de investigación y otros tesoros del saber.
Fuga de talento. Las dictaduras son incapaces de generar capital humano, al contrario, lo exilian, arrestan y destierran. Daniel Ortega no quiere otro genio como el Dr. Jorge Huete, otra poeta como Gioconda Belli o músicos prodigiosos como los Mejía Godoy.
Las dictaduras no crean riqueza, la roban. Durante 16 años el régimen marxista de Nicaragua ha sido incapaz de generar bienestar y prosperidad. No es un gobierno progresista. Es un régimen pobresista, únicamente genera oscurantismo, pobreza y miseria.
Los ataques a la UCA son solo otra expresión de la persecución religiosa en Nicaragua. Otro latigazo contra la iglesia perseguida que ha recibido más de 600 agresiones brutales. Otro golpe al primer Papa jesuita latinoamericano.
La UCA resucitará como Lázaro. Aunque el dictador celebre hoy la confiscación y asalto a la mejor universidad de Nicaragua, el tiempo y la historia no lo absolverán. La UCA regresará. El tirano jamás.
El autor es periodista y diplomático exiliado, fue alumno de la UCA y exmiembro del Cuerpo de Paz de Noruega (FK).