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Domingo, 17 de noviembre de 2024
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Ciclismo

"Aún hay dinosaurios que no ven el lado humano de las cosas": críticas de ciclistas por ser obligados a correr etapa 16 del Giro de Italia

Inicio de etapa 16 del Giro de Italia (AFP)
Inicio de etapa 16 del Giro de Italia (AFP)
Desde hace varios días era conocido que la meteorología podía ser mala por lo que el mítico puerto de Stelvio fue retirado del recorrido.

Varios ciclistas expresaron, este martes, antes de que iniciara la etapa 16 del Giro de Italia su disgusto por la decisión de la organización de la vuelta de no suspender la jornada debido a las difíciles condiciones climáticas.

"Ridículo", un "circo" y "dinosaurios" fueron algunos de los calificativos de los ciclistas hacia los organizadores, en la estación de esquí lombarda de Livigno, desde donde debería haberse iniciado esta etapa de montaña, y donde reinaba la confusión en medio de copos de nieve.

Desde hace varios días era conocido que la meteorología podía ser mala por lo que el mítico puerto de Stelvio fue retirado del recorrido.

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En la tarde del lunes se intensificó la amenaza de mal tiempo y los organizadores publicaron un nuevo protocolo que incluía tres opciones dependiendo de las condiciones.

La segunda, durante varias horas la favorita, preveía que los corredores se cambiaran de ropa en la cima del Giogo di Santa Maria, a 2.498 metros de altura, donde la carrera sería neutralizada durante tres minutos.

Varios corredores y equipos valoraron esta medida de "ridícula" y "payasada".

La tensión aumentó cuando el sindicato de corredores CPA publicó una carta, "firmada por el 100% de corredores" según su presidente Adam Hansen, amenazando al director de la carrera Mauro Vegni con una huelga de corredores si el Giogo di Santa Maria no era retirado de la etapa.

Pero la dirección de carrera se mantuvo inflexible, y seguía apostando por una salida en Livigno. Propuso entonces a los corredores subir el primer puerto sin contar el tiempo.

"Puedo correr si así lo quieren", declaró el 'maglia rosa' Tadej Pogacar, de forma diplomática. "Pero espero que no haya accidentes que lamentar más tarde. Hay que respetar la seguridad de los corredores. El descenso es realmente peligroso, veamos qué deciden".

La lluvia se transformó en nieve, las discusiones se alargaron y nadie sabía ni cuando ni donde sería la salida.

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"Vamos a hacer muñecos de nieve", bromeó Julian Alaphilippe, que participa por primera vez en el Giro.

Finalmente, los organizadores anunciaron en un comunicado que los corredores harían una salida ficticia en Livigno. Después, el pelotón tendría que desplazarse en bicicleta hasta Lasa pasando por un túnel y no por el puerto.

Pero a esa hora, ningún corredor se presentó. Estaban todos en sus automóviles, con las bicicletas sobre el techo y listos para desplazarse a una nueva salida, pero protegidos de la meteorología y no pedaleando.

"Pese a nuestro acuerdo y un apretón de manos, los deportistas no se han presentado", lamentó la organización en un comunicado.

Finalmente, el cortejo motorizado se puso en camino hacia la nueva salida de la etapa (reducida a 118 km y prevista tres horas y media después) dejando a su paso la sensación de un enorme caos.

"El problema es que la montaña y el clima pueden cambiar muy rápido y hay que esperar hasta el último momento para tomar una decisión", se defendió el director de la carrera Mauro Vegni, valorando haber encontrado "un compromiso justo que contentaba a todo el mundo".

El australiano Ben O'Connor, cuarto en la clasificación general, no opinó igual. "Me gustaría verle en nuestro lugar. Estamos en 2024 y todavía tenemos a dinosaurios incapaces de tener en cuenta el lado humano. Es una de las carreras peor organizadas del mundo", lamentó.


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