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Derechos Humanos

Muerte de Khashoggi no amedrenta a activistas saudíes

El periodista saudí Jamal Khashoggi respaldó a los defensores saudíes de los derechos humanos que viven exiliados y que cuentan su "verdad" sobre lo que ocurre en el reino

Al activista saudí Ghanem al Dosari le amenazan a diario, le atacaron en Londres y ha perdido todo el contacto con su familia, pero pese a ello los disidentes del reino árabe se ven con más fuerzas para no rendirse al silencio tras el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi.

Khashoggi, un periodista crítico del régimen saudí, murió el pasado 2 de octubre dentro del consulado de Arabia Saudí en Estambul en una "pelea", según informó Riad el pasado fin de semana después de negarlo durante 18 días.

Mientras vivió, el periodista respaldó a los defensores saudíes de los derechos humanos que viven exiliados y que cuentan su "verdad" sobre lo que ocurre en el reino.

La muerte no sólo ha levantado una ola de indignación mundial, sino que ha "aumentado la confianza de los opositores" para continuar con el trabajo crítico que Khashoggi fue realizando en el último año, asegura a Efe Al Dosari, quien tuvo que huir de su país en 2003 y reside afincado en Londres.

Desde que se hizo popular en las redes sociales por publicar vídeos satíricos sobre la corona saudí, Al Dosari ha denunciado ataques como el que sufrió el mes pasado cerca de los grandes almacenes londinenses Harrods, donde fue agredido por dos individuos.

Ha tenido que tomar "precauciones de acuerdo con las directivas de seguridad británicas", está "preocupado" porque recibe "muchas amenazas a diario de príncipes" y desde el día del ataque no tiene ningún contacto con su madre, que vive en Arabia Saudí.

A pesar de ello, aboga por seguir con "la causa justa" por la que luchan los activistas exiliados.

En esa batalla también está Yahya Assiri, director de ALQST, una organización no gubernamental con sede en Londres que vigila la situación de los derechos humanos en Arabia Saudí.

Assiri desertó de las Fuerzas Aéreas saudíes después de que comenzó la guerra en el Yemen en 2014.

Ese año puso un pie en Reino Unido y no ha vuelto a salir. Allí se comunicaba "todo el tiempo" con Khashoggi, que era cercano a la monarquía saudí, aunque se distanció de ella el verano pasado cuando ascendió al poder príncipe heredero, Mohamed bin Salman.

"Todos los que escapamos del control de las autoridades represivas de Arabia Saudí nos sentimos en peligro (...) Si un activista se nota en peligro y se aleja, eso sirve al régimen, pues las autoridades (saudíes) sentirán que han tenido éxito con lo ocurrido a Khashoggi", declara a Efe.

Por eso mismo, "hay que animar a los activistas a que tengan más coraje y sean más claros, porque el régimen ahora es más agresivo", arguye.

Khashoggi apoyaba a los jóvenes disidentes que tuvieron que huir de Arabia Saudí por ser opositores a las políticas del reino ultraconservador y donó 5.000 dólares a un proyecto llamado el "Ejército de las abejas" para luchar contra la propaganda mediática de Riad.

Este plan fue revelado en su red social en Twitter por otro reconocido activista saudí que ha pedido asilo en Canadá, Omar Abdulaziz.

Assiri confirmó que estas "abejas" eran "un proyecto de jóvenes trabajando el terreno", respaldado por Khashoggi, quien le habló de apoyarles "para difundir la verdad" de lo que ocurre en el país. 

Este proyecto podría cobrar más fuerza tras el "gran escándalo vergonzoso, no solo para el Gobierno sino para todos los que trabajan o tienen relaciones" con el Gobierno saudí por el caso de Khashoggi, dice a Efe el activista saudí Ali Adubisi, director de la Organización europea-saudí para los Derechos Humanos.

Adubisi reside en Berlín y asegura que ha recibido mensajes de la seguridad nacional saudí, que le pide que vuelva a Arabia Saudí.

Desde que se supo la noticia de la desaparición del periodista, empezó a notar "más entusiasmo y fe en el trabajo" por parte de los defensores de derechos humanos exiliados.

En esta batalla, faltan los "prisioneros de conciencia" que se encuentran tras las rejas en Arabia Saudí.

Assiri y Khashoggi trabajaban mano a mano para dar a conocer a cada una de esas personas y que se les reconozca internacionalmente su labor.

Sin embargo, ahora Assiri tendrá que tomar las riendas de ese trabajo para que los activistas saudíes Loujain al Hatloul, Iman al Nafyan, Abdulah al Hamid, así como otros cientos activistas que se encuentran en prisión sean reconocidos y, por presión internacional, sean puestos en libertad.

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