Migrante venezolana narró cómo vivió entre gritos las labores de parto en el techo del tren La Bestia
El pasado 25 de agosto, los gritos de una joven mujer en el techo del vehículo de carga, despertaron enseguida la colaboración de un grupo de ciudadanos provenientes de varias nacionalidades que estaban dispuestos incluso a cortar el cordón umbilical de esa nueva vida que se abría paso.
“Me desesperé porque mi fecha de parto estaba para el 6 de septiembre, pero se me adelantó. El 25 de agosto a las 2:00 a.m. comenzaron las contracciones”, afirmó Andreína.
Mientras el tren seguía su marcha, su esposo y el grupo de migrantes que los acompañaban se las ingeniaban como podían para auxiliarla. Ciudadanos que conforman la red humanitaria voluntaria de México, reportaron lo sucedido, realizaron mensajes y los distribuyeron para que inicialmente fuera detenido el tren, pedían ayuda con urgencia.
“Las chicas que conocí allí me ayudaron, un venezolano que estudió para convertirse en paramédico me estuvo ayudando y se puso en contacto con su esposa en Venezuela, por teléfono ella le explicaba cómo poner las tijeras, como sujetar a la bebita. Estábamos ya preparando el parto, eso fue como a las 5 de la mañana”.
La abogada Nadine Cortés, coordinadora de la ONG Agenda Migrante, procedió al operativo que permitió el traslado de la mujer al centro hospitalario del Pabellón de Arteaga, Aguascalientes, en dónde nació la pequeña que ya cumplió un mes de vida.
Antes de llegar a México la joven mujer, su esposo y su hijo de 4 años viajaron vía terrestre por 10 países. Con poco dinero en los bolsillos y un embarazo de 7 meses, Andreína y su familia partieron a comienzos de julio de Chile hacia Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala. Resaltó que el recorrido siempre fue por tierra y con un gran esfuerzo para poder reunir el dinero para el largo y agotador recorrido.
“Por eso está ‘La Bestia’ porque uno puede transitar en bus”, contó la madre de dos pequeños hijos quien confirmó que, en algunos países, les hacen bajar de ese sistema de transporte y prácticamente les toca volver a empezar.
Andreína Pacheco es una de las 10.000 personas que llegan a diario a la frontera norte de México para intentar conseguir mejores condiciones de vida, dejando atrás su país natal en este caso Venezuela, país al que ya no les interesa regresar.
“Me fui de Venezuela a los 18 años porque la crisis en Venezuela ya estaba caótica”.