Más de 1.600 muertos deja el devastador terremoto en Birmania y Tailandia: rescatistas prevén que la cifra seguirá subiendo
El número de muertos por un gran terremoto que afectó a Birmania y Tailandia ya superó los 1.600 este sábado, mientras los rescatistas excavaban entre los escombros de los edificios derrumbados.
El epicentro del sismo, de magnitud 7,7, se situó a 16 kilómetros de la ciudad de Sagaing, en Birmania, a una profundidad de 10 km, sobre las 12H50 locales (06H20 GMT), indicó el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).
El terremoto fue seguido de una fuerte réplica de magnitud 6,4 en la misma zona unos minutos después, también a una profundidad de 10 km.
El sismo golpeó con fuerza el norte de Tailandia y también la capital Bangkok, a unos 1.000 kilómetros de distancia del epicentro.
El movimiento destruyó edificios, derribó puentes y dañó carreteras en grandes áreas de Birmania, y se observó una destrucción masiva en Mandalay, la segunda ciudad más grande del país y hogar de más de 1,7 millones de personas.
Autoridades señalaron en su más reciente informe que al menos 1.600 personas murieron y casi 3.408 resultaron heridas en Birmania, además de 30 desaparecidas. Asimismo, se han confirmado alrededor de 10 muertes más en Bangkok.
Debido a las graves interrupciones en las comunicaciones, la verdadera magnitud del desastre recién está comenzando a emerger en el aislado estado gobernado por militares.
Asimismo, los daños al aeropuerto complicarían las labores de socorro en un país cuyos servicios de rescate y sistema sanitario ya han sido devastados por cuatro años de guerra civil provocada por un golpe militar en 2021.
El jefe de la junta militar, Min Aung Hlaing, emitió el viernes un llamamiento excepcionalmente inusual a la ayuda internacional, lo que indica la gravedad de la calamidad.
Los terremotos en Birmania son relativamente habituales. Entre 1930 y 1956, seis sismos de magnitud 7 o superior se registraron en la falla de Sagaing, que recorre de norte a sur el centro del país, según el USGS.
El vertiginoso ritmo de desarrollo de las ciudades birmanas, combinado con unas infraestructuras precarias y una deficiente planificación urbanística, hacen el país vulnerable ante terremotos y otros desastres.