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Miércoles, 13 de noviembre de 2024
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Disidencias de las FARC

“Es una ofensa para las víctimas”: Ingrid Betancourt, sobre nombramiento de excarcelero de las Farc como gestor de paz

Continúa fuerte polémica en Colombia, luego de que el gobierno Petro designara como gestor de paz a Alexander Farfán Suárez, alias “Gafas”, uno de los más temidos carceleros del otrora grupo terrorista.

Sus víctimas lo describen como un hombre frío, cruel que las torturaba y las humillaba, durante todo el tiempo que estuvieron secuestradas. “Gafas” era el carcelero durante la época que esa banda criminal mantuvo civiles, políticos y militares en jaulas en medio de la jungla colombiana para orquestar su llamado “canje humanitario”, como método para chantajear o presionar al gobierno que estuviera de turno.

Farfán además accedió inicialmente al acuerdo de paz suscrito con el entonces gobierno de Juan Manuel Santos en noviembre de 2016. Sin embargo, días después decidió regresar a su accionar criminal con las disidencias. Según información de organismos de seguridad, hoy delinque al lado del autodenominado Estado Mayor Central de las Farc que dirige el jefe criminal Iván Mordisco.

La excandidata presidencial Ingrid Betancourt a quien las FARC le arrebataron su libertad 6 años y medio repudió el hecho de que alias “Gafas”, haya sido nombrado gestor de paz y resaltó que hasta el momento no ha pagado ante la justicia los crímenes que ha cometido.

“No solamente es una ofenda para nosotros por lo que vivimos, sino porque lo conocíamos”, agregó.

La política colombiana, aseguró además que se acogió al procedimiento de la Jurisdicción especial para la paz JEP para luego seguir delinquiendo.

“Es una persona que no ha dado muestras de ningún arrepentimiento, de ninguna colaboración con la justicia especial desde el punto de vista de aportar a la verdad, mucho menos a la reparación de las víctimas”.

También describió su comportamiento y la manera como humillaba a sus víctimas impidiéndoles la movilidad a través de largas y pesadas cadenas colgadas en su cuello.

“Casi no nos podíamos mover. Debíamos decirles a nuestros compañeros que no nos vieran, mientras hacíamos nuestras necesidades fisiológicas”, relató con la voz entrecortada.


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